noticias , politica , sociedad , Tierra Uno Viernes, 13 mayo 2016

Brasil: Cuatro artífices de la caída de Dilma

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos
Temer emergiendo de su anfitrión PT para cantar "Hello my baby, hello my honey" (image static.guim.com.uk)

Michel Temer asume el mando de Brasil después de haber consumido a su anfitrión PT cantando «Hello my baby, hello my honey». (image static.guim.com.uk)

Ni orden ni progreso, en su lugar caos y retrocesos en Brasil. Dentro de lo esperado, Dilma Rousseff fue suspendida de su cargo como Presidenta por 180 días tras la aprobación de su proceso judicial, primero por la Cámara de Diputados y luego la de Senadores. Su gobierno ha sido desintegrado por la licuadora del Caso Lavajato, del que ya hablamos antes, pero las acusaciones específicas usadas en su contra inciden más en un controversial manejo de la contabilidad de los bancos estatales.

¿Cómo cae el presidente de un país tan grande? Las piezas del ajedrez se han movido en su contra hasta desde su propio bando. Aquí hemos hecho una selección de los 4 principales artífices de su caída:

Un Gabinete sin mujeres ni negros en el representativo inicio del gobierno de Temer (imagen: gettyimages.com)

Un Gabinete sin mujeres ni negros en el representativo inicio del gobierno de Temer. Imagen: gettyimages.com

1. Michel Temer emerge de las entrañas del Ejecutivo.

Cuando apenas comenzaba a presentarse la posibilidad del impeachment contra Dilma, Temer movilizaba sus recursos políticos para encerar la cuesta debajo de Rousseff. Su partido, el PMDB, llegó al poder aliado con el PT de la destituída presidenta y ahora, desde las entrañas del Ejecutivo, este político de perfil discreto emerge como el Alien cinematográfico. Pero tiene puntos débiles, no solo la baja popularidad y estar también salpicado por Lavajato como mencionamos en un post anterior, sino que su primer acto de gobierno ha consistido en nombrar un gabinete sin mujeres ni afrodescendientes, lo que es una cachetada a la representación de grandes sectores de la población. Se le augura un viaje corto y turbulento.

Cunha diciéndole a Dilma "has caído en mi carta trampa" (imagen vanguardia.com.mx)

Cunha diciéndole a Dilma «has caído en mi carta trampa». Imagen: vanguardia.com.mx

2. Eduardo Cunha, un Frank Underwood al ritmo de bossanova

Algunos lo comparan con el maquiavélico personaje de House of Cards, y no sin buenas razones. Cunha, quien fuera Presidente de la Cámara de Diputados, fue el operador vital dentro del poder legislativo que urdió la trama de alianzas e intereses comunes para decidir la votación que traería abajo a la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT). Como Temer, también es del “traliado” PMDB y está más embarrado aún por el escándalo Lavajato que el actual presidente interino.

El PT no impidió que se le iniciara el proceso de investigación en la Cámara de Diputados, y Cunha dilató el mismo usando múltiples recursos. Finalmente fue separado de su cargo, pero no sin antes morir matando, al dejar la red de votos lista para la caída de Rousseff. Aún fuera de la Presidencia de Diputados (ocupada ahora por otro interino, el timorato Maranhao) mantiene lazos con la ultraconservadora y significativa bancada evangélica.

Pentecostales y aliados evangélicos, asumiendo más poder en Brasil. (imagen editoriallapaz.org)

Pentecostales y aliados evangélicos, asumiendo más poder en Brasil. Imagen: editoriallapaz.org

3.  El Frente Parlamentario Evangélico, la religión contraataca

Conformado por representantes de distintos partidos unidos por convicciones ultraconservadoras, el mencionado frente agrupa a los parlamentarios de la muy significativa población evangélica de Brasil. Son casi 100 de los más de 360 votos que se movieron en contra de Rousseff en la cámara de Diputados, lo que los convirtió en la clave de la mayoría a favor del impeachment. Su tendencia es a crecer demográficamente dentro de Brasil, sobre todo por el auge de movimientos neo-pentecostales. Su actuación en este proceso puede ser solo un atisbo de un futuro poder mucho más grande y decisivo dentro del balance de poder en Brasil. La fe religiosa desbocada regresa a decidir la historia en el país de “La Guerra del Fin del Mundo”. Cuidado.

No tan chévere el modo en que manejó todo Dilma y el PT (imagen portaldenoticias.com.ar)

No tan chévere el modo en que manejó todo Dilma y el PT. Imagen: portaldenoticias.com.ar

4. El PT y la propia Dilma. Firmando autogoles.

La suspendida presidenta Rousseff calificó su impeachmente como “un proceso golpista”. El calificativo es mucho más de uso mediático que real, ya que las acusaciones fueron canalizadas por las instituciones destinadas a tal fin, y el Poder Judicial del país ha actuado en el caso Lavajato contra todos los responsables que han aparecido en el camino, tanto del oficialismo, como de la oposición o también contra los poderosos y antes intocables magnates de Odebretch, Camargo Correa y demás gigantes de la construcción involucrados.

El proceso incluyó una interceptación legal de la infame llamada de Dilma al también involucrado expresidente Lula Da Silva, donde planeaba blindarlo de las acusaciones otorgándole la inmunidad de un alto cargo ministerial. La despedida de Lula en la llamada, ese “Tchau Querida”, se volvió la cereza del pastel de una amplia mayoría decepcionada por la sucesión de escándalos.

Con la economía en retroceso, por el fin del auge de las materias primas y la clase política moviéndose en el lodo de las ganancias ilícitas del período de bonanza, Dilma careció de una actitud firme para enfrentar al monstruo de la corrupción y se comportó más parecido a una cómplice. Es cierto que los cargos esgrimidos contra ella son cuestionables, pero el problema es que ante toda la coyuntura, la propia Rousseff mermó su margen moral o político y sembró el terreno propicio para la cosecha de sus enemigos.

Andrés Paredes

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