discriminación , libertades , noticias , politica , sociedad , Tierra Uno , videos , violencia Lunes, 2 octubre 2017

Cataluña, urnas, palos y perdedores

Via EFE

Vía EFE

Este último 1 de octubre (1-O) todo salió mal para los intereses comunes de los ciudadanos catalanes y no catalanes de España. A la convocatoria de un referéndum, con escaso sustento legal, para la independencia de Cataluña se le respondió con una represión tan inútil como innecesariamente violenta. Los porrazos, las balas de goma, los policías empujando a votantes por las escaleras o asestando garrotazos a bomberos locales le han otorgado a este referéndum una fuerza que no hubiera poseído de otro modo. Estas credenciales visuales ante el imaginario colectivo tarde o temprano pesan más que cualquier orden legal vigente, y se imponen apenas se presente la coyuntura adecuada.

Aún resulta chocante ver cómo se respondió a la intentona electoral secesionista con diez mil guardias civiles dando de palos y empujones a la población catalana, que incluye una Barcelona neurálgica, en el ojo del mundo y siempre saturada de turistas.  Fue una solución que parecía ignorar lo más básico de la era de hiperconexión visual en la que vivimos.

Combatir urnas con palos es un ataque inefectivo dentro de una democracia. Via El Pais

Combatir urnas solo con palos es un ataque inefectivo dentro de una democracia. Vía El País

Las malas intenciones

Si la intención era desbaratar el referéndum, fue inefectivo. Desde el comienzo esta consulta se sostenía en un poder simbólico antes que uno legal. Implementar urnas para que votara solo la parte de la ciudadanía convencida de la independencia (probablemente un poco menos de la mitad de la población de Cataluña) iba a tener un valor muy precario. Pero, en su ayuda, aparecieron cientos de guardias civiles apaleando a quienes los opositores de la secesión reconocen como sus vecinos. Estos actos reemplazaron la falta de legitimidad de la votación con la creación del espejismo de una gesta heroica, enfrentada a la violencia del poder central. A cambio, solo evitó el funcionamiento de una escasa  fracción de los centros de votación, logrando el nivel de éxito de una trampa del Coyote al Correcaminos.

Si el propósito de ese despliegue de músculo era dar una muestra que España ejerce poder y control real en esa parte de su geografía, se hizo pulverizando ese mismo poder: cambió un día de insostenible fuerza bruta o “poder duro”  al costo de mucha persuasión pacífica o “poder blando”. En Cataluña hasta antes de ayer se tenía que recurrir a ciertos capítulos históricos, algunos inflamados con distorsión nacionalista,  para hablar de la “opresión española”. Desde el fin de la dictadura franquista y el comienzo de la democracia lograron un alto grado de autonomía donde hablar de esa opresión ya sonaba insustancial. Pero a partir del 1-O contarán con toda una generación para contarlo de primera mano. Súmese a eso que los partidarios de la secesión luchan contra un “poder central” con una cabeza de naftalina como Mariano Rajoy, aún en el mando por una mezcla de inercia, franca inutilidad de sus opositores y un desencanto popular que oxigena cualquier atmósfera separatista.

Los malos ganadores

Aún así, es un día con ganadores, que por supuesto no son los ideales. El empleo de la mano dura por parte del gobierno del PP ha complacido a su núcleo más duro y fiel, además que la región de Cataluña jamás ha representado una suma importante a su base electoral. Al PP le pesaría inmediatamente ser el partido bajo cuyo liderazgo se fracturó una continuidad que data de la unión de las coronas de Castilla y Aragón, hace más de medio milenio. Pero a la vez el problema catalán saca los reflectores de los terribles problemas de corrupción que persiguen al PP.

También sin duda, ha ganado la coalición liderada por Carles Puigdemont, y los suyos, a quienes la causa independentista siempre les resulta funcionar para alejar la luz de sus propios escándalos de corrupción. Los moderados y escépticos de la secesión dentro de Cataluña, que son un amplio sector, se han visto arrinconados entre apoyar a sus vecinos separatistas o justificar abierta o soterradamente las imágenes de las fuerzas policiales apaleando a los suyos. De esta manera se ha creado una ventana de oportunidad para que las autoridades catalanas, con el efecto fresco de la represión policial que tapa la irregularidad e ilegalidad del referéndum, puedan usar su opción termonuclear: la declaración unilateral de independencia.

Horas clave

Mientras se escriben estas líneas, quedan algunos recursos para entablillar la fractura en España. Algunos serían tan efectivos como imposibles, como la dimisión del gobierno de Rajoy para resetear el escenario. Otros pasan por un diálogo entre todas las fuerzas que en esta etapa parece ser, salvo alguna sorpresa, muy poco probable. Finalmente queda el recurso de la aplicación del artículo 155 de la Constitución española para sobreponer toda la autoridad del Gobierno central sobre la autonomía en Cataluña. Si bien es un recurso legítimo, tendría que apoyar su aplicación otra vez usando de las fuerzas del orden. Esto sin duda puede representar un escenario más caótico y violento que el del 1-O, ya que las propias fuerzas policiales de Cataluña, los Mossos d’Esquadra, han cruzado el Rubicón al no acatar ese día las órdenes de colaborar con las fuerzas del gobierno central. Pero esta muestra de poder solo podría ser efectiva acompañada de una rápida convocatoria a nuevas elecciones en Cataluña. Nada más efectivo para combatir a las urnas que otras urnas, antes que dejarle toda la responsabilidad a una cruda aplicación de la fuerza policial. Y mientras se realice antes de cualquier posible declaración unilateral de independencia, mejor.

La secesión en el caso de Cataluña es un escenario donde todos pierden. Via Canarias en Hora

La secesión en el caso de Cataluña es un escenario donde todos pierden. Via Canarias en Hora

Una Cataluña sin España

De concretarse el triste escenario de la conformación de Cataluña como un estado nuevo dentro de Europa, esperemos que no sea a través de una tribulación violenta, sobre cuya posibilidad nos reservamos entrar en más detalle. Las razones para la independencia tienen efectivamente el apoyo del derecho a la autodeterminación. Por otro lado, tiene motivaciones tan penosas como no querer contribuir económicamente a España siendo una de las regiones más ricas, usar una narrativa construida usando ladrillos de pureza étnica-cultural y distorsiones históricas, e ir en contra de un proyecto con menos fronteras nacionales en el seno de una Unión Europea que ya se ha manifestado en contra de la secesión catalana. Todo esto sin contar que la independencia arranca a una parte de la población en Cataluña, contra sus deseos, de su actual nacionalidad.

Una secesión no es intrínsecamente mala, pero en este caso dentro de una democracia europea, el balance es perjudicial. Una Cataluña sin España dejaría a ambos como estados de importancia menor, afirmaría nacionalismos desfasados, empobrecería cultural y económicamente al conjunto de su población, crearía más fronteras donde antes solo había unidad y alimentaría un ejemplo secesionista en otros lugares además de la misma España.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos