economía , internacionales , noticias , politica , sociedad , Tierra Uno , violencia Miércoles, 9 noviembre 2016

Lo peor del Presidente Trump se cocina a fuego lento. Y un bonus track

Los guionistas de 2016 The Movie son más crueles que los de GoT o The Walking Dead. Imagen: comicvine.com

Los guionistas de «2016 The Movie» son más crueles que los de GoT o The Walking Dead. Imagen: comicvine.com

Calma. Respira. No es el fin del mundo. Trump no es Hitler. No va a desatar la Tercera Guerra Mundial. Los EEUU no se van a convertir en una dictadura. No va a ser cortada la libertad de expresión norteamericana. Tampoco México va a pagar por la construcción de un muro en su frontera. Los ilegales no saldrán expulsados por millones. Y no porque Trump no quiera, sino porque no puede. Y también porque en campaña los miedos al rival se exacerban. Estados Unidos podrá sufrir cambios radicales y para mal, pero es un país lo suficientemente fuerte para que sucedan de la noche a la mañana.

¿Algo más tranquilo? ¿No?

Lo entiendo. Porque la victoria de Trump trae malas noticias. Muy malas. Las inmediatas ya son terribles. Pero el principal problema es el largo plazo y de cocción lenta, como la famosa rana en la olla con agua caliente. En un mundo donde estamos acostumbrados a lo inmediato, se nos pasa que lo más importante sucede en cámara lenta y a escala gigante.

A hacerle unos ajustes a eso de vox populi, vox dei. Pero sin tumbar el kiosko. Imagen: Vox.com

A hacerle unos ajustes a eso de vox populi, vox dei. Pero sin tumbar el kiosko. Imagen: Vox.com

1. Desprestigio de la democracia como sistema

La democracia liberal más importante del planeta eligió como líder a quien alzó las banderas del racismo, la xenofobia, el odio y miedo a lo diferente. Lejos de ser un accidente estadístico, consolida una tendencia mundial ya vista en el Brexit y en Occidente. Y no, no ha sucedido en un país relativamente periférico en importancia mundial como Duterte en Filipinas. Esta vez tocó a la democracia modélica de la Edad Contemporánea, independientemente de las peculiaridades del sistema norteamericano. Es un golpe directo al concepto de confiar en el voto popular la facultad de elegir, si no al más idóneo, al menos malo.

La resignación, decepción y cinismo hacia los modelos democráticos ha crecido desde los bordes hacia su centro. Se dejan leer por distintos lados, ya no solo en los radicales de siempre, cuestionamientos serios a la idea misma de elección popular. Y van a aumentar.

Si el sistema democrático no se reinventa en algo que vuelva a despertar confianza, pasiones y sueños, dará cabida a diversos proyectos autoritarios de extrema izquierda y derecha.  Porque los fascistas y marxistas-leninistas no murieron en el siglo XX, están hoy con nosotros, y ambos bandos están muy felices con la victoria de Trump. Los primeros lo ven como un buen augurio, los segundos como una ventana de oportunidad para ofrecerse como una medicina.

Lo primero que habrá que defender en la era post-Trump es la democracia y detener el declive de las posiciones moderadas. Junto con el Brexit y otras malas nuevas, este 2016 nos la ha puesto difícil.

Pensamiento Trump+Conspiranoia jamás tan bien condensado. Imagen: Mashable.com

Pensamiento Trump+Conspiranoia, jamás tan bien condensado. Imagen: Mashable.com

2. La lucha contra el cambio climático queda pospuesta

Donald Trump cree que el peligro científicamente comprobado del cambio climático es “un engaño de China” para hacer menos competitivo a los EEUU. Fiel a su estilo de mentira abierta, luego ha negado sus propias declaraciones. Pero sus seguidores comparten sus teorías de conspiración sobre el tema, entre otras ideas descabelladas. De ellos, de la conspiranoia militante, también es la victoria de anoche.

Como consecuencia, las urgentes medidas ambientalistas van a sufrir otro retraso como el que experimentaron con George W. Bush. En el mejor de los casos, Trump implementará un par de paliativos y eso será todo. Sin la principal economía del mundo comprometida en el tema, perderemos tiempo valioso en la implementación de fuentes de energía que sustituyan poco a poco a esa adicción a quemar combustibles fósiles y generar desechos de manera desordenada, que ya nos está pasando factura.

Shields up. Weapons online. Imagen: Extremetech.com

Shields up. Weapons online. Imagen: Extremetech.com

3. El regreso del proteccionismo duro

Tras la Segunda Guerra Mundial, Occidente entendió que el libre comercio era una pieza esencial para la paz. Al tener países con economías conectadas por un intenso comercio, estos comenzaban a depender mucho unos de otros y por lo tanto el riesgo de guerra disminuía por el costo elevado que supondría iniciarla. Y funcionó. Pero también muchos componentes de ese orden se salieron de control, principalmente corporaciones cada vez más poderosas.

Entre fusiones, conglomerados, peces gordos y empresas “too big to fall”, muchas de las riendas de gobiernos democráticos pasaron a gigantescas y cada vez más contadas manos privadas. Esto hizo crecer exponencialmente la diferencia entre ganadores y perdedores que es inherente al libre comercio. Entre esos grandes perjudicados están muchas actividades de EEUU antiguamente florecientes (principalmente diversas industrias) y que hoy languidecen frente a la competencia global. Ellos volcaron sus votos hacia Trump.

A pesar de que Trump es parte de esas grandes corporaciones, hizo creer al electorado que lo que necesita los EEUU es una guerra comercial contra sus competidores, subiendo aranceles y haciendo menos libre el intercambio de bienes y servicios. Y aunque algunas banderas de este proteccionismo pueden sonar sensatas (principalmente por un TPP negociado herméticamente y que transfiere una parte del poder de los estados a intereses privados), a la larga el proteccionismo en exceso ocasiona una pérdida a quien lo implementa y al resto. No solo eso. El proteccionismo facilita la toma de decisiones hacia un conflicto militar entre países al estar fuera de riesgo un intercambio comercial fluido. Esa es una de las razones para que EEUU y China siempre eviten calentar demasiado sus relaciones, ya que dependen entre sí para su prosperidad. Eso mientras Trump no eleve los aranceles como murallas impasables, claro está.

La de México no es la única muralla que tiene planeada Trump. Imagen: Cienciahistorica.com

La de México no es la única muralla que tiene planeada Trump. Imagen: Cienciahistorica.com

4. El aislacionismo como opción para la primera potencia militar

Actualmente los EEUU poseen una poderosa presencia militar en todo el mundo. Asumen el costo de ser la principal línea de protección en Japón, Corea del Sur o la OTAN en Europa. Trump ha insistido que los EEUU ya no deben asumir una parte del gasto militar que les correspondería, en un trato equitativo, a sus aliados. Considera esa presencia global, en muchos casos, como una carga fiscal innecesaria a menos que todos esos países la asuman.

¿EEUU retirando la mayor parte de sus fuerzas de todo el mundo?, ¿no era el sueño de todo pacifista?

Quizá solo sea una buena noticia en Siria (una paz al costo del regreso de Al Assad). Pero poco más. Si Trump hace cierta su promesa de la disminución gradual norteamericana con distintos compromisos mundiales, no solo será a nivel militar, sino también diplomático y de gobernanza mundial.  Al retraerse la superpotencia hacia sí misma, creará vacíos de poder que serán llenados por otras potencias. La competencia de nuevos actores para llenar esos vacío puede resolverse por las buenas o por las opción bélica. Y cuando se quiera recurrir a esa opción, no estará allí la superpotencia de siempre a la cual considerar como un poder disuasivo.

Para los pacifistas de verdad, un abrupto declive y retroceso de la presencia norteamericana en asuntos globales no es una garantía para la paz, es todo lo contrario. Y no, no estoy a favor de ninguna potencia tutelar, pero sí es incierto y peligroso que las transiciones no se hagan con realismo y cautela.

Se vienen 4 u 8 años muy "interesantes". Imagen: Rebrn.com

Se vienen 4 u 8 años muy «interesantes». Imagen: Rebrn.com

BONUS TRACK: Un poco de etiqueta en medio del horror

A pesar que personalmente prefería que Hillary salga elegida, la etiqueta impone en la derrota un apretón de manos y una sonrisa.

Un apretón de manos y felicitaciones

Aunque es difícil que Trump logre “gorbachovear” a los EEUU sin oposición tanto demócrata como republicana, la elección del 9 de noviembre hace que la frase “es imposible que Trump logre tal cosa…” suene a estas alturas poco realista (en este rincón nos mantuvimos escépticos con quienes ya daban por imposible una derrota de Clinton).

Cuando a Trump se le mete algo en la cabeza, lo consigue. Y cuando quiso la presidencia de la mayor potencia mundial, lo logró contra la oposición de demócratas, republicanos, derechas, izquierdas, Wall Street, Hollywood, la casi totalidad de los medios de comunicación, el horror de muchos líderes mundiales y opinión sensata en general. Viéndolo desde el lado de sus partidarios, la suya ha sido una victoria épica contra todos, así nos duela a quienes creemos que es lo peor que le puede pasar a los EEUU en mucho tiempo.

La carta Trump fue jugada por el maestro de la mesa. Imagen: twitter.com

La carta Trump fue jugada por el maestro de la mesa. Imagen: twitter.com

Las razones por las que ganó están bien resumidas en un premonitorio artículo de Michael Moore, para nada mi analista de cabecera, que ha sido más lúcido que muchos académicos en identificar las inquietudes y corrientes subterráneas de la clase trabajadora blanca norteamericana. En el camino explica cómo muchos liberales se encierran en burbujas de información que les impiden analizar la realidad. Es uno de los mejores análisis que leerás este infausto 2016 y hoy es un pecado no leerlo.

A lo de Moore queda añadir el factor Vladimir Putin. El presidente de Rusia ha jugado activamente muchos de sus recursos para que Trump sea elegido. Cabe reconocer que, usando la tendencia antisistema de Wikileaks, asustando al FBI para que trastabille metiéndose en la campaña, entre otras jugadas magistrales, ha ayudado a llegar al poder a un aparente aliado.

La agenda de Trump aislacionista, negacionista del cambio climático y proteccionista no puede más que complacer al actual mandatario. También porque posiblemente hará comenzar un rumbo declinante al tradicional rival de Rusia. No encuentro motivo para negar que Putin es el mejor jugador en el tablero de la geopolítica mundial, y que ha logrado esto con una Rusia en inferioridad de condiciones ante los EEUU.

Casi cien años después que el káiser alemán enviara a Lenin en un tren blindado a Rusia para sacar a su enemigo de la Primera Guerra Mundial, desde Moscú se ha repetido la misma movida en otra dirección. Al César lo que es del César y al Zar lo que es del Zar. Mis felicitaciones, Putin.

"Me encanta cuando un plan se realiza". Imagen: Taringa.net

Mentat Putin, señor de los gambitos geopolíticos. Imagen: Taringa.net

Para una sonrisa cortés, mirar por el lado amable

El lado amable también está en el largo plazo. Posiblemente Trump sea el violento coletazo final a los importantes cambios sociales que transformaron a los EEUU y al mundo en las últimas décadas. Estos se dan de manera muy rápida y es ingenuo esperar que no origine miedo y férrea resistencia. El camino será espinoso y las tentaciones autoritarias (en nombre de una sociedad ordenada con mano de hierro o de las mil maneras de alcanzar la utopía socialista con 72 vírgenes) van a reforzarse, pero también crearán la urgencia para transformar el sistema democrático vigente en algo mejor, con mecánicas dignas del siglo XXI y no arrastrando engranajes obsoletos del siglo XIX. Toda crisis es una oportunidad.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos