internacionales , noticias , Tierra Uno Lunes, 26 septiembre 2016

Paz en Colombia: Necesaria y realista, pero no todo es para celebrar

52 años de conflicto desgastan a cualquier sociedad (imagen lamarea.com)

52 años de conflicto desgastan a cualquier sociedad. Imagen lamarea.com

La paz siempre es una buena noticia, como la que se firma hoy en Colombia. Este país ha experimentado 52 años de guerra, 260 mil muertos y 45 mil desaparecidos en el conflicto que desató las FARC en 1964. Cualquier sociedad sometida a este desgate bélico deseará, a nivel popular o de sus instituciones, el fin del conflicto por cualquier medio conforme pasan los años. Y cualquier medio se entiende como una carta cada vez más blanca para halcones o palomas. Este dilema lo ha entendido el presidente Santos al asumir el lado de las palomas y el costo político de sostener negociaciones con la narcoguerrilla. Ha realizado un enorme esfuerzo para que, a diferencia de otras negociaciones, esta vez se llegue al final del túnel.

La manera de alcanzar la paz es materia de mayor complejidad. Si bien el resultado final es para un, esperemos, duradero alivio, los términos de la misma no dejan de reflejar el rompecabezas político y diplomático que significa negociar con un rival asimétrico como las FARC, que tiene condiciones y maniobrabilidad distintas que las de un estado como Colombia. Dentro de este rompecabezas se ha tenido que sopesar lo que significaba mantener el conflicto con una fuerza armada para-estatal financiada por el narcotráfico, cuya capacidad operativa sufrió duros golpes durante el mandato de Uribe, pero que aún así podría mantener una situación de jaque en muchas zonas de Colombia por años, sino décadas. Y eso, más que el poder real de las FARC, es lo que ha pesado más en las condiciones del acuerdo.

Negociar implica ceder, y el realismo político a veces impone un costo muy alto (imagen prensa.com)

Negociar implica ceder, y el realismo político a veces impone un costo muy alto. Imagen prensa.com

Los términos de la paz tienen muchas luces, como la esperada reforma rural o la compensación a las víctimas pero sería injusto soslayar las principales dudas que habitan bajo su alfombra, marcadas por ese parte en la historia donde el realismo político se impone a la justicia:

1. La comentada financiación a 7 mil integrantes de las FARC para su reintegración a la sociedad a primera vista es algo atroz

Una de las partes beligerantes obtiene una forma de resarcimiento de guerra como las que obtiene el lado ganador de un conflicto. Sin embargo dentro de una lógica estrictamente de costo-beneficio, lo invertido en ello es mucho menor a lo que se gastaría continuando el conflicto y además, sin víctimas mortales. Esta condición es políticamente necesaria, pero no deja de tener un sabor de injusticia y botín de rescate. Su objetivo de ayudar a alejar del narcotráfico a los miembros de las FARC también es algo que deja serias dudas, ya que ese negocio ilegal da ganancias muy superiores a la compensación.

2. Las FARC se integran a la vida política en una carrera con ventaja:

Contarán, obtengan la votación que obtengan, con un mínimo de 5 curules en el Senado de 2018. Esta es una cesión en el acuerdo de paz que tiene una potente implicación: garantiza una participación legislativa mínima fuera de las urnas a un bando que ha optado por el camino de la violencia contra una democracia, en desmedro de muchas fuerzas políticas que trabajan ardua y pacíficamente por los mismos escaños. Esto marca un preocupante precedente regional. Si bien no es algo descabellado sino de puro realismo político porque obedece a terminar medio siglo de guerra, no deja de tener el sabor de otra cosa arrebatada a la sociedad a punta de fusil. A nivel de participación política, el plomo es premiado sobre la pluma.

3. Muchos de los delitos cometidos por las FARC, como secuestros y narcotráfico, durante su guerra contra el Estado quedan sujetos a amnistía

Esto no abarca a todos los delitos graves, pero si confiesan su responsabilidad en estos las penas serán reducidas hasta solo 5 años de privación de la libertad. En este caso y para poca sorpresa, muchas cejas que usualmente se arquean con vehemencia desde la izquierda regional a la mínima señal de impunidad no se han movido un centímetro, ubicándose del lado del realismo político. Aquí otra vez la justicia cede en nombre de lograr la paz.

El presidente de la República, Juan Manuel Santos devolverá el Acto Legislativo de la Reforma a la Justicia por encontrarlo inconstitucional e inconveniente. (Colprensa - Presidencia de la República)

Esperemos que la apuesta de Santos y todos los esfuerzos de su gobierno den los frutos esperados. Imagen: peru.com

Si nos calzamos los zapatos de Santos, negociar con las FARC en Cuba para lograr el cese final del conflicto ha sido un bocado donde se han colado muchas espinas, pero que a nivel presidencial dejará un legado enorme si demuestra ser una solución duradera. Es imperativo alcanzar la paz, pero a la vez recordar y no soslayar los puntos donde se ha cedido. También se debe entender que poner fin a esta hemorragia de medio siglo ha implicado hacer terribles concesiones. En el caso colombiano han sucedido cuando un grupo guerrillero o terrorista se enquista y obtiene mucha fuerza del narcotráfico, sin cuyo dinero las FARC hubieran languidecido hace tiempo. Esperemos que, por el bien de Colombia, haya valido la pena que se asuman la dureza de muchos términos del acuerdo.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos