noticias , Tierra Uno Jueves, 1 septiembre 2016

La caída de Dilma: presente, pasado y futuro

Tchau (imagen: thezepellin.org)

Tchau. Imagen: thezepellin.org

Presente

El respirador artificial a 13 años del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil fue desconectado definitivamente. Ya suspendido desde abril, el gobierno de Dilma Rousseff llegó oficialmente a su fin con la aprobación de su destitución en el Senado por 61 votos a favor del impeachment contra 21, superando los dos tercios requeridos. Los cargos fueron sobre “crímenes de responsabilidad”.

Rousseff clamó ser víctima de un golpe de Estado y que la historia estaría de su lado. Entre tanto, un país enorme con sueños rotos y muchos vasos de caipirinhas vacíos todavía no termina de enfrentar escándalos de corrupción tan grandes como su geografía, que le ha costado a Rousseff el fin de su presidencia, así como puede cobrarle factura a sus rivales.

¿Cómo llegó Brasil a esto?

Lavajato, crisis, encubrimiento y los sueños rotos de un gigante (imagen teletica.com)

Lavajato, crisis, encubrimiento y los sueños rotos de un gigante. Imagen: teletica.com

Pasado

Como estuvimos siguiendo en anteriores post, en abril de este año el Congreso de Brasil comenzó el proceso de destitución de la Presidenta en una votación variopinta y nada solemne. Los cargos sobre la responsabilidad de Rousseff en maquillar las cuentas estatales fueron meramente la punta de lanza de un descontento popular e institucional con su gobierno.

Una tormenta perfecta devastó el segundo período de Dilma: el megaescándalo Lavajato, la crisis económica y los errores políticos como el blindaje a su predecesor Lula Da Silva, acusado por formar parte del tramado de corrupción, entre los factores más importantes.

Brasil ya ha sido testigo de destituciones de sus Presidentes por estar asociados a casos de corrupción, como pasó en 1992 con Collor de Mello. Sean cuestionables o no, los cargos que le han costado la presidencia a Rousseff siguieron a lo largo de este año todos los canales institucionales previstos para casos similares. A diferencia de Collor de Mello, quien prefirió renunciar antes que seguir todo el proceso, Rousseff optó por resistir hasta el final en una lucha muy simbólica aunque nada realista.

Más concretas que las calificaciones de golpe son las acusaciones a los opositores de estar también pegados en la telaraña podrida de Lavajato. Allí tiene cuentas pendientes tanto Cunha, el presidente del Congreso artífice de las acusaciones a Dilma, como el mismo Temer, quien abiertamente actuó con un serrucho para desde el cargo de vicepresidente hacerse con el mando del gigante sudamericano hasta 2018.

¿Qué pasará con Brasil y su expresidenta?

Hace unos años, ideas de grandeza. Hoy, saudade (imagen eldia.com)

Hace unos años, ideas de grandeza. Hoy, saudade. Imagen: eldia.com

Futuro

Rousseff fue destituida pero el Senado no aprobó la inhabilitación política, por lo que en teoría podría postular en 2018 a la Presidencia, aunque según su actual popularidad, con remotas posibilidades. Su defensa intentará apelar la decisión del Senado ante el Tribunal Supremo, aunque no tiene chances de logro alguno. Por otra parte, ahora ese mismo Tribunal queda con facultades para juzgarla por interrumpir las investigaciones de Lavajato, lo que puede costarle hasta 8 años de prisión.

La lucha por que el impeachment pase a la historia como un “golpe a la democracia” cuenta a nivel internacional solo con el apoyo real de los supervivientes del auge de la izquierda local: Bolivia y Ecuador, con los mismos presidentes por más de una década, una agonizante Venezuela, víctima del autoritario e incompetente régimen chavista, junto a las dictaduras de Nicaragua y Cuba. En Argentina y Perú, los aliados de otras épocas ya cumplieron su período, en el mejor de los casos sin mayores laureles. La salida de Rousseff no hace más que sumar las salidas de un club regional que tuvo momentos de hegemonía.

En cuanto a Brasil, tras ser anfitrión de un mundial de fútbol en 2014 y de las Olimpíadas de Río 2016 finalizadas pocos días antes del impeachment, parece terminar una época particular en su primer tramo del siglo XXI, una era que comenzó con esperanzas y proyecciones de liderazgo mundial, y que ahora se asemeja a la mañana siguiente de una salvaje fiesta.

El crecimiento económico de otros años, donde galopaba con la economía china en su feliz y salvaje carrera, llegó a su fin. La idea de Brasil como parte de una nueva lógica multipolaridad dentro de los famosos BRICS se derrumbó junto con muchos países del acrónimo vendehumo. Finalmente las aspiraciones de liderazgo sub-continental también se apagaron y poco a poco Brasil se volvió a sí mismo y sus problemas internos.

Todos los bandos tienen con qué hacerse daño. Hay Lavajato para quien quiera lanzarlo al oponente.(imagen ftense.com)

Todos los bandos tienen con qué hacerse daño. Hay Lavajato para quien quiera lanzarlo al oponente. Imagen ftense.com

En las trincheras políticas de Brasilia, la lucha está lejos de haber terminado con la caída del Ejecutivo. Los rivales de Rousseff pueden ser sufrir su misma suerte, incluido Temer. Perdida la batalla por mantener la Presidencia, el PT tiene las armas suficientes para un contraataque contra sus adversarios involucrados en los escándalos de corrupción. Es posible que se avecine la segunda parte de un escenario parecido a la “Destrucción Mutua Asegurada”, donde los detalles de Lavajato se convierten en munición radioactiva y la clase política brasileña, tal como está configurada hoy, quede severamente dañada en todos sus frentes.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos