internacionales , noticias , periodismo , politica , sociedad , Tierra Uno , violencia Viernes, 8 julio 2016

4 factores de por qué te solidarizas con ciertas tragedias y no con otras

En un año lleno de atentados y matanzas en diversos puntos del globo ¿toca criticar la solidaridad y las omisiones de ésta? (imagen: elpais.es)

En un año lleno de atentados y matanzas en diversos puntos del globo, ¿toca criticar la solidaridad y las omisiones de ésta? Imagen: elpais.es

¿Cuándo cambiar la foto de perfil con los colores de una bandera en solidaridad con una tragedia? ¿En qué situación es correcto usar el famoso “Je suis …”o el “Todos somos … ”? ¿Que se use con unos y no con otros significa que hay víctimas de primera y segunda clase? ¿Se debe usar en todas las ocasiones para evitarlo? ¿O es preferible abstenerse por completo?

Como en ninguna otra época de la historia, el ciudadano común tiene a su alcance casual y bajo costo un potente medio de comunicación en las redes sociales, con una audiencia de decenas a cientos de personas entre sus contactos, y en el caso de algunos, hasta millones de ellos.

La posibilidad de consumo de noticias incluye también el compartirlas o hasta editorializarlas con muy poco esfuerzo, añadiendo no solo contenido, sino abriendo en los espacios de comentarios el intercambio de opiniones y debates. La mayoría de todo esto, hay que decirlo, degenera en ruido innecesario que en mayor o menor medida consumimos junto con esa clase de información.

Además, nos transforma en críticos de la opinión ajena. Las muestras de solidaridad, las señales de empatía, los mensajes de congoja sobre un tema son sometidos entonces a escrutinio y ataques quirúrgicos.

Como ilustra genialmente Salles, no tenemos suficiente solidaridad con todos, es cierto, y es por una serie de factores (imagen: cinismoilustrado.com)

Como ilustra genialmente Salles, no tenemos suficiente solidaridad con todos. Inmediatamente pareciera que armamos un mapa de prioridades (imagen: cinismoilustrado.com)

¿Pusiste la bandera de Francia por los 120 muertos de los atentados en París, pero no por los 281 de los últimos atentados en Bagdad? ¿Expresaste solidaridad por las víctimas de Orlando pero no por las de Estambul y menos por las de Nigeria? Las acciones u omisiones en esos temas no hacen a alguien mejor o peor persona, y mucho menos eso se puede determinar por un estado en Facebook.

Lo que sí se puede detectar son una serie de factores que quizá determinen la longitud de ese post, esa ráfaga de tuits y retuits, el uso de la primera persona para hacer propia la tragedia o esa bandera en la foto de perfil. Para esto solo nos remitiremos a hechos violentos ejecutados por la mano del hombre y con una cantidad considerable de víctimas.

1. Cercanía Geográfica

Si sucede en un país vecino, la tragedia será más inmediata en el espacio y se sentirá dentro del “vecindario”. No es necesario que tenga una dimensión colosal para que sea tomada en cuenta o genere empatía, y si la tiene, ocupará un lugar especial dentro de las conversaciones, tomas de posición o muestras de solidaridad.

Pero este no es el único factor. Surinam o Haití están más cerca del Perú y, sin embargo, si una tragedia de proporciones similares ocurriera allí y también en Francia o Japón es más probable que genere más conmoción y reacciones desde estos últimos países. Es aquí donde entra un segundo factor.

Los productos culturales nos pueden acercar más que la geografía (imagen: chinadaily.com.cn)

Los productos culturales nos pueden acercar más que la geografía (imagen: chinadaily.com.cn)

2. Influencia cultural

En relaciones internacionales existe un concepto llamado “soft power” o poder blando, que es diferente al poder militar o económico (aunque puede derivar de este último) y que, resumiéndolo brutalmente, es la suma de la cultura y el prestigio de las instituciones y acciones de un país.

Para seguir con el ejemplo del punto 1, países como Francia o Japón pueden estar más alejados en el espacio pero sus productos culturales como su literatura, ciencia, cine o gastronomía, sumados a su proyección internacional son más influyentes que las de las más cercanas Surinam o Haití.

En el caso interesante de Japón, a pesar de ser de una cultura distinta que la más occidental y algo más familiar de Francia, la cantidad y calidad de sus productos culturales lo hacen más cercano que Camboya o Sri Lanka. Haití sin Gokú o sin makis, se hace más extraño y lejano que el país del sol naciente. Pregunten a los seguidores de las novelas turcas si ahora un atentado en Turquía les importa de igual manera que antes de ver “Fatmagul”.

La influencia cultural de un país cuenta mucho cuando hacemos propio su dolor y tragedia. Aunque tampoco es todo lo que entra en la balanza cuando nos acostumbramos a la repetición de noticias y el mejor ejemplo está en el siguiente punto.

Tragedias que se hacen comunes y el horror de acostumbrarnos a las malas noticias de un lugar (imagen: cnn.com)

Tragedias que se hacen comunes y el horror de acostumbrarnos a las malas noticias de un lugar (imagen: cnn.com)

3. Frecuencia del fenómeno

Aunque los EEUU son el país con más poder económico, militar y de mayor influencia cultural del mundo, las noticias de tiroteos dentro de esta nación se han vuelto lamentablemente comunes y cercanas en el tiempo. Por esta razón, solo tragedias con una característica criminal específica y con un número de víctimas mucho más alto que el de los tiroteos “habituales” pasan en este siglo el umbral del interés y la solidaridad masiva, como en el caso de la matanza especialmente dolorosa para la comunidad LGBT en la discoteca de Orlando.

De igual manera, los atentados en Irak que suelen ser de dimensiones colosales casi nunca vistas en otros países, suelen detenerse antes de pasar el umbral de la conmoción mundial por su frecuencia durante más de una década. La frecuencia se hace innecesaria de mencionar en las guerras y conflictos bélicos, que convierten a los hechos trágicos en los ladrillos con los se construye la realidad.

Siria (imagen: elconfidencial.com)

Siria (imagen: elconfidencial.com)

4. Cobertura mediática

Finalmente, aún si el hecho es poco frecuente, la facilidad con la que los medios pueden llegar a cubrir la noticia influirá en la forma que impacte a la opinión mundial. Los detalles de un tiroteo en Noruega con decenas de víctimas nos pueden llegar con mayor precisión que los últimos acontecimientos en la larga guerra en Siria, que casi lleva medio millón de víctimas.

Y comparado con Siria, tenemos menos información cotidiana de guerras que han desgarrado países de África, como las que se iniciaron en Congo entre la década de los 90s y la primera del siglo XXI y que han cobrado casi 5 millones de víctimas mortales. Normalmente la cobertura mediática proviene de países con enorme influencia cultural, detallada en el segundo punto, por lo que ambas pueden estar relacionadas.

De manera eventual, se pueden producir brotes de atención momentánea, pero obedecen a efectos de viralización muy distorsionada en redes sociales como el recordado caso en Uganda del buscado guerrillero Kony en 2012, cuya importancia se extinguió aún más rápido de lo que se propagó.

El Congo perdió a 5 millones de sus ciudadanos en una guerra desconocida por casi todos (imagen: zona-militar.com)

El Congo perdió a 5 millones de sus ciudadanos en una guerra desconocida por casi todos. Imagen: zona-militar.com

La cruel contabilidad de las víctimas de un acontecimiento de violencia necesita cada vez más ceros para hacerse notar cuanto más débiles sean los factores mencionados. Un país lejano geográficamente, sin influencia cultural o importancia económica, aquejado frecuentemente por la violencia y con poca atención de los medios de comunicación como el mencionado Congo, perdió a millones de sus habitantes fuera de los reflectores mundiales, en la total oscuridad y silencio para el común de los seguidores de noticias.

Las batallas en la guerra siria nos llegan como ecos lejanos hasta que mueren niños en las playas de Europa. Los atentados en Estambul llaman algo más la atención y la indignación, pero cuando suceden en Bruselas, notamos mucho más reacciones de empatía. Y no es culpa de nadie en especial. No hacen víctimas de primera o segunda clase o personas que les importen más las vidas de unos y de otros.

Lo que sí sucede es un retrato de la distorsión producida por estos factores que alteran la perspectiva de lo que sucede más allá de nuestra experiencia cotidiana e inmediata y de lo que al menos debemos estar conscientes. Si vivimos confundidos en un salón de espejos y las cosas pueden parecer más cercanas, grandes o más pequeñas de lo que son en realidad, al menos debemos hacer el esfuerzo de distinguir qué espejos nos rodean.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos