internacionales , noticias , Tierra Uno Viernes, 24 junio 2016

¿Por qué perdemos todos con el Brexit?

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos
Bye (via rts.org.uk)

Bye. Imagen vía: rts.org.uk

Han sido más de un millón de votos de diferencia los que decidieron ayer que el Reino Unido escapara de la UE. El sueño europeo fue retratado por sus detractores como una pesadilla: sujetos a excesivas regulaciones comerciales, obligados a aportar una suma de miles de millones de libras al tesoro común, con muchas de las decisiones del país tomadas no en Londres sino por una enredada burocracia en Bruselas. Se apeló a que después de ganar la Segunda Guerra Mundial ahora estaban sujetos al poder que Alemania ejerce en la Unión. O que el orgullo, la independencia y la excepcionalidad inglesa se disolvían al asumir en conjunto los problemas del continente, dejando de ser esa isla especial e imperial del imaginario victoriano para convertirse en una parte más de Europa.  Y por supuesto, también se recurrió a que la UE tenía la culpa que las islas se llenaran de “indeseables” inmigrantes, por la libre circulación de trabajadores del resto de la Unión.

"Coloniza la mitad del mundo. Se queja de los inmigrantes" l(via imgur.com)

«Coloniza la mitad del mundo. Se queja de los inmigrantes». Imagen vía: imgur.com

Esa visión es la que ha ganado en el Reino Unido, una donde el nacionalismo aislacionista derrota a una visión abierta al futuro, que busca menos fronteras y más cosas en común.

Con todas sus regulaciones y su farragosa burocracia, la Unión Europea es lo mejor que le ha pasado al Viejo Continente en siglos de sangrienta historia. Y tomando en consideración lo especiales que se sienten en las Islas Británicas, la UE permitió que siguieran siendo parte vital del proyecto incluso cuando rechazaran adoptar el euro y mantener la libra, o cerraran sus fronteras al espacio Schenghen. El Reino Unido ingresó a la UE en 1973 en forma de la sombra decadente de un imperio extinto, y dentro de ella se transformó en un éxito económico además de recuperar peso político.

Todo eso parece estar olvidado.

Not Great. Only Britain.(via The Economist)

Not Great. Only Britain. Imagen vía: The Economist

El Reino Unido pierde

Los indicadores económicos más susceptibles han reaccionado comprensiblemente: las bolsas han caído y la libra se ha devaluado dramáticamente en horas. A nivel político también ya caen las principales fichas: el Primer Ministro Cameron ha dimitido. El Reino Unido también se ve menos unido y más débil. Escocia hace poco votó por no independizarse, más que nada para no quedar fuera de la UE. Y la acaban de separar, como a Irlanda del Norte, contra la voluntad de la mayoría de sus habitantes. Londres, donde también la mayoría votó por quedarse dentro de la UE, perderá importancia como corazón financiero del mundo al desconectarse del cableado institucional que la unía al resto del continente. En todos los frentes, los siguientes meses se ven complicados mientras se retiren todos los mecanismos que hacían funcionar al Reino Unido como parte del engranaje de la UE. Aunque para parchar los forados del sistema puede adoptar modelos de cooperación con la UE como el noruego, el suizo o incluso el turco, entre otros caminos, a corto y largo plazo este país es el mayor perdedor.

En azul las partes del Reino Unido que intentaron quedarse en la UE: claramente Escocia, Irlanda del Norte y la "City" de Londres (via elpais.es)

En azul las partes del Reino Unido que intentaron quedarse en la UE: claramente Escocia, Irlanda del Norte y la «City» de Londres Imagen vía: elpais.es

La Unión Europea pierde

Es la primera vez en la historia que la UE enfrenta una partida. Y vaya partida. El Reino Unido era nada menos que su segunda economía más grande, solo superada por Alemania. Por añadidura también era uno de los 5 países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde la UE pierde su peso excepcional y queda reducida al voto de Francia.  

El panorama del Reino Unido abandonando el barco anima a otros proyectos de las fuerzas “eurofóbicas” a realizar lo mismo. Después de escuchar la palabra “Brexit” quizá nos familiaricemos pronto con términos como “Frexit” (Francia) o Neverland (Netherlands, los Países Bajos). La Unión Europea será cuestionada como proyecto de futuro en varios de sus países clave y, tras el escape anglosajón, bastaría retirar una pieza más de Jenga para hacerla tambalear mortalmente o incluso derrumbarla.

La más grande de las piezas, Alemania, queda como una economía aún más preponderante en las decisiones de la Unión, incrementando su peso político a costa de asumir parte de la carga que le correspondía a los anglosajones. Pagará más y mandará más, probablemente. Por otro lado, la crisis puede ser una oportunidad para una UE que debe saber sus límites. La acelerada membresía de casi todos los miembros del antiguo bloque comunista y varias ex repúblicas soviéticas pudo ser más pausada mientras se consolidaban los espacios ya formados. Las excepciones otorgadas al saliente Reino Unido que no sirvieron para evitar su partida quizá no se repitan en el futuro de la UE, volviéndolo un espacio más homogéneo. Si perdura, claro está.

Au revoir. Auf wiedehersen. (via mundotkm.com)

Au revoir. Auf wiedehersen. Imagen vía: mundotkm.com

El mundo pierde

Junto al remezón económico a corto plazo o las veletas de las bolsas que giran nerviosamente con brisa o huracán, hay otro tipo de incertidumbre de largo plazo que preocupa. El ciclo histórico del cansancio europeo hacia los nacionalismos que la condujeron a dos guerras mundiales parece llegar a su fin.

La xenofobia ha sido uno de los motores no tan subterráneos del Brexit. Partidos de corte fascista como UKIP se han fortalecido por su apoyo a esta medida. Diferentes fuerzas de ultraderecha en toda Europa levantan la mirada con esperanza en que sus proyectos pueden tener éxito, después de esta victoria en la cuna del liberalismo. Cierran los puños y sienten que llega su momento. Aborrecen la idea de la UE, junto con las fronteras abiertas o el acoger inmigrantes. Aman la idea de volver a un escenario de países europeos separados y buscando ser étnicamente puros, como en los años 30s del siglo XX.

En la otra orilla se preparan respuestas radicales desde versiones reencauchadas del comunismo. Mientras las posiciones de socialdemócratas, socialistas moderados, liberales y democratacristianos, responsables de uno de los más largos períodos de prosperidad europea, son vistas cada vez más como débiles e insuficientes.

Se quiera o no, los fenómenos políticos que pasan en Europa tarde o temprano son replicados o imitados en el resto del mundo. Esta vez, desde el Viejo Continente nos acechan fauces extremistas, y el Brexit no hace más que enseñarnos la punta de sus colmillos.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos