internacionales , Tierra Uno Domingo, 15 noviembre 2015

3 interrogantes que todos nos hacemos después del #13N

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos
Querida Ciudad Luz, será solo un parpadeo via 102nueve.com/

Querida Ciudad Luz, será solo un parpadeo (via 102nueve.com)

Este 13 de noviembre de 2015 el extremismo islámico ha querido sumir en las tinieblas del terror a la Ciudad Luz. Ráfagas de fusiles de asalto y hombres-bomba han terminado con la vida de más de 128 personas, y herido a 200. Coordinadamente han lanzado burdos brochazos de sangre, muerte y horror sobre pizzerías, conciertos de rock, cafés y un estadio de fútbol en pleno partido amistoso de Alemania y Francia,  de donde el mismo Presidente de la República Francesa, François Hollande, tuvo que ser evacuado en helicóptero.

El Daesh, conocido también como ISIS o Estado Islámico, ha reivindicado la autoría. Francia ha cerrado sus fronteras y Hollande ha declarado que será implacable con los responsables. Los parisinos abrieron las puertas de sus hogares a heridos o turistas aterrorizados que no sabían donde correr. También se alzan voces de ira y fuegos de otros extremismos que reciben más combustible. Entre muchas interrogantes, en este post atenderemos tres dudas inmediatas.

 

¿Qué esperar de Francia y la Unión Europea después del atentado del #13N?

Hollande ha decretado estado de emergencia en toda Francia  (via lepoint.fr)

Hollande ha decretado estado de emergencia en toda Francia (via lepoint.fr)

A pesar de la actitud de pacífica convivencia y apertura de una gran parte de sus ciudadanos y gobiernos, el horizonte presenta nubarrones negros y el más grande de todos es la xenofobia. La extrema derecha nacionalista y étnica en Europa ha avanzado consistentemente, saliendo de sus trincheras de fanáticos y ganándose poco a poco el apoyo de muchos ciudadanos previamente más abiertos y sensatos. En Francia ya existe una fuerte tradición al respecto representada por el Frente Nacional de Le Pen, quienes llegaron incluso a segunda vuelta en las elecciones de 2002.

Más allá de Francia, los atentados en París servirán de combustible a otros partidos fascistoides como Britain First en el Reino Unido, con un odio acérrimo al Islam y a la vez al proyecto de la Unión Europea. Incluso en Alemania, un país donde todos los discursos xenófobos eran exitosamente combatidos para redimir un oscuro pasado, comienza a tomar fuerza Pegida, movimiento civil cuyo fin es mantener lo que consideran “europeo” frente a otras influencias provenientes de las migraciones, también xenófobo, también cercano al fascismo. Esto solo hablando de los países “motor” de la Unión Europea, en otros miembros como Italia, Hungría y visiblemente en Grecia (con Amanecer Dorado) las perspectivas para partidos con discursos violentos contra los inmigrantes son, lamentablemente, más óptimas aún.

La era del espacio Schengen, la de los europeos moviéndose sin barreras dentro de muchos países de la UE, ve además sus horas más oscuras. Francia acaba de suspenderlo por esta emergencia nacional, y muchos otros países comenzarán a encontrar más escenarios para su restricción, condicionamiento, y quizá en algunos casos su abolición. Las medidas de seguridad tanto dentro de las ciudades europeas como para el ingreso de sus países quizá configuren un panorama de más restricción y menos libertad tanto para sus ciudadanos como para visitantes. Junto a todo ello, puede abrirse un consenso mayor en la ciudadanía para aceptar la vulneración de su privacidad (virtual y real) en nombre de la tranquilidad y la lucha contra un enemigo interno.

 

  ¿Tiene que ver la ola de refugiados en Europa con esto?

Huyendo del extremismo (via bbci.co.uk)

Huyendo del extremismo (vía bbci.co.uk)

Claro que tiene que ver, porque es un síntoma. La ola de refugiados a Europa llega huyendo de los enemigos que acaban de encontrar en el París donde buscaban refugio. Mientras nos angustian y consternan los atentados en las capitales europeas por una entendible cercanía cultural que no es reprochable, la multiplicación por cien de estos hechos nos puede dar una idea de cómo los mismos extremistas han devastado a las milenarias ciudades de Damasco y Bagdad, entre muchas más.

Donde algunos opinan que son guerras civiles donde “hay que dejar que se maten entre ellos” existe el olvido que el avispero del extremismo fue pateado por potencias occidentales como EEUU y el Reino Unido (la invasión de Irak de 2003 quizá fue retirar la pieza de “Jenga” que desarmó un delicado equilibrio regional) y solo un par de generaciones atrás, muchos de sus problemas se originan en una violenta colonización europea, y de su retirada trazando fronteras artificiales (como la línea Sykes-Picot) que es punto de partida de muchos conflictos.

Los extremistas que ahora pelean en Siria, Irak, Libia o Yemen no son quienes van  a Europa en un peligroso viaje en balsas, atravesando tormentas, peregrinando por meses sin rumbo y buscando techo y comida todos los días. No. Ellos son la cada vez más menguante clase media de los países árabes. Ellos son ingenieros, panaderos, comerciantes, profesores, médicos, estudiantes universitarios que han juntado lo necesario para huir como sea de un escenario infernal. Hay gente mucho más pobre a quienes solo les queda caminar o algún autobus eventual. Ellos llegan a los países vecinos que reciben la mayor cantidad de migrantes como Líbano y Jordania, mientras monarquías ricas en petróleo aliadas de Occidente, como Arabia Saudí, les cierran las puertas y hasta financian a sus verdugos extremistas.

Al contrario, muchos combatientes del Daesh, de Al Nusra y otros grupos violentos no son ni sirios, ni iraquíes, ni libios, ni yemeníes: son europeos. Los yihadistas van a buscar el “paraíso” de su muerte en combate moviéndose de Europa a Medio Oriente. El Daesh no necesita “inflitrarse” en otros países porque para realizar un atentado basta que un grupo de extremistas locales sin conexión alguna con los altos mandos se le ocurra hacer una acción y enarbolar su bandera. Y eso justo va con sus objetivos principales.

 

¿Qué ha ganado el extremismo islámico de Daesh (ISIS)?

Ellos te pueden estar ganando la batalla en este instante  sin que te des cuenta (via dailythepatriot.com)

Ellos te pueden estar ganando la batalla en este instante sin que te des cuenta (vía dailythepatriot.com)

El objetivo principal del Daesh es lograr un Califato medieval de dimensiones absurdas, que parecería una fantasía infantil risible de no ser por la sangre que corre en medio de ella.

Por esto, en Europa su objetivo es lograr un odio insalvable hacia la población musulmana de allí, abrir una brecha que no deje espacio para la convivencia diaria entre un europeo de origen árabe o musulmán y uno que no lo es. Lograr que el resto de la población cometa actos de espontánea violencia contra ellos, que los aíslen como apestados y que finalmente apoyen escenarios parecidos a una expulsión masiva. Al convertir la abierta sociedad europea en una más cerrada, intolerante, con miedos y por lo tanto con odios, habrán ganado la mitad de la batalla. Y así, el más de 99% de musulmanes que viven en Europa, algunos con problemas de adaptación pero pacíficamente, quedará contra las cuerdas y será funcional a los propósitos de los extremistas.

Estoy convencido que la reacción de la sociedad mundial ante esta maniobra evitará que este alocado escenario se concrete en última instancia. Pero, por mientras, el Daesh tiene victorias:

Donde un ciudadano sensato se vuelve intolerante con otro grupo humano, el Daesh gana.

Donde alguien cree que es necesario expulsar a todos los musulmanes de otro suelo (o su suelo), el Daesh gana.

Donde alguien ve inevitable una guerra de civilizaciones para decidir el futuro del mundo, el Daesh gana.

La batalla está planteada ya en las cabezas de muchos, y no solo europeos.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos