internacionales , Tierra Uno Jueves, 1 octubre 2015

Chapa tu mapa (3): ¿Por qué Rusia y los Estados Unidos se enfrentan por SIRIA?

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos
Obama-y-Putin

¿Always amix never enemix? Imagen: El Nacional

 

Esta vez llegamos a Siria, país destrozado por una guerra civil de la que comenzamos a hablar en un anterior post de TierraUno. En esta entrega vamos a explicar y, además, explicar por qué los señores de la foto se están mirando tan feo últimamente.

Recordemos primero a los bandos en conflicto:

  1. Lo que queda del régimen de Al-Assad apoyado por Rusia, Irán, y los pro-iraníes Hezbollah movilizados desde el Líbano. Alauitas y chiítas en su mayoría

  2. Daesh, el Estado Islámico, en guerra contra todas las facciones. Sunitas.

  3. Al-Nusra, rama militar de Al Qaeda, sunitas.

  4. Las fuerzas kurdas en el norte del país. Sunitas, pero no de etnia árabe a diferencia del resto de Siria.

  5. Los drusos, considerados una secta hereje para los demás musulmanes por creer en la reencarnación y otras cosas no-islámicas, cerca a la frontera con Israel y sopesando ser apoyados por la comunidad drusa de ese país.

  6. Los rebeldes laicos, debilitados, y resistiendo en sus reducidos bastiones. Mayoría sunita.

¿Suníes, drusos, alauitas? Bien, antes de avanzar, es indispensable una rápida reseña sobre las identidades en Siria, que también configuran Medio Oriente:

 

Breve guía de religiones y de etnias

Via abc.es

¿Pueden ver esa enorme mayoría sunita (en gris)? Recuérdenla para los mapas de abajo. Via abc.es

El Islam tiene muchas interpretaciones, pero las dos más relevantes son la sunita y la chiíta. Tómese una rivalidad semejante a la de católicos y protestantes en la Europa del siglo XVI, y luego multiplíquese, para tener una idea de su intensa enemistad actual.

  • Los sunitas son mayoría en el mundo musulmán y también en Siria, donde son más del 70% de la población.
  • Los alauitas, el 12% de la población siria, son a su vez una extraña rama chiíta que mezcla elementos no-islámicos en su religión. Incluso otros chiítas los consideran descarriados, así que pueden hacerse una idea de cómo los ven los sunitas.
  • Los árabes cristianos pertenecen a muchas iglesias (ortodoxos, maronitas, asirios) y conforman el 10% de la población.
  • Los drusos son el 3% de los sirios, y sus raíces gnósticas y sincréticas los convierte en una religión aparte.

Todas las religiones mencionadas forman parte de la mayoría étnica árabe.

La minoría kurda es mayoritariamente sunita pero está enemistada con sus correligionarios sunitas árabes, quienes han cortado repetidas veces sus anhelos de un estado propio. La desintegración de una Siria de dominio árabe les allana el camino, junto a una creciente autonomía en el también semi-desintegrado Irak.

Para completar el panorama, una pequeña parte de los kurdos son yazidíes, religión pre-islámica estigmatizada por adorar  a un ángel que tanto cristianos como musulmanes identifican como Satán.

 

Primavera Xerox

La receta para la peor de las guerras civiles en la región es similar a lo que vimos en Libia: un autoritario líder laico que reprime un creciente movimiento integrista, revueltas por la Primavera Árabe, intervención extranjera, destrucción de un Estado pese a todo cohesionado y con relativo buen nivel de vida para la región, y no dos sino múltiples bandos que luchan por afirmar posiciones dentro del territorio.

Sumemos a esto todas las identidades confrontadas. Los alauitas han dominado la vida política de Siria desde la década de 1960 a través de su presencia en el Ejército y en el partido oficial del gobernante Al-Assad, lo que motivó que la chispa de la rebelión haya prendido desde la descontenta mayoría sunita. Cuando la guerra civil estalló en 2011 el panorama de los dos primeros años de guerra fue parecido a esto:

Siria en 2012:  En rojo la fuerzas oficialista de Bashar Al-Assad.  En verde las fuerzas rebeldes que todavía no se habían dividido visiblemente.  En amarillo, los territorios controlados por los kurdos.  via climateandsecurity.org

Siria en 2012:
En rojo la fuerzas oficialistas, con predominancia alauita, de Bashar Al-Assad.
En verde los rebeldes, mayormente sunitas, todavía sin dividirse visiblemente.
En amarillo, los territorios controlados por los kurdos.
(via climateandsecurity.org)

La resistencia del régimen de Al Assad, apoyado por Rusia e Irán, impidió que los rebeldes triunfaran como en Libia. A su vez, el apoyo a los rebeldes por parte de los EEUU y diversos estados de la región como Catar o Arabia Saudí (encarnizado rival de Irán) fue clave en evitar el desmoronamiento de las filas insurgentes.

Pero al no llegar una victoria rápida para ninguno de los bandos, la situación se descompuso más y los rebeldes no se mantuvieron como un frente único: los líderes laicos pasaron a un segundo plano y las facciones integristas de los sunitas se hicieron con el mando de considerables fuerzas, entre ellas Al-Nusra, el brazo militar de Al Qaeda en la región. Pero en 2013 Al Nusra sufre a su vez la separación de la facción más radical de Al Qaeda (para consternación de todos, eso era posible) liderada por Abu Bakr Al-Bahgdadi: el Estado Islámico, (ISIS por sus siglas en inglés: Islamic State of Irak and Syria) al cual nos referiremos por su  nombre en árabe: Daesh.

 

ISIS (o Daesh) entra al tablero

Este mapa al 30 de Septiembre de 2015 muestra en comparación con el anterior de 2012 el avance de Daesh (en gris/negro), el estancamiento de los rebeldes  (en verde, incluye laicos, Al Nusra y otras fuerzas menores), el retroceso de las fuerzas gubernamentales en rojo y la fragmentación de Siria en general.

Agréguese al mapa anterior el color negro representando al Daesh y tenemos a las fuerzas en Siria a la actualidad, Septiembre 2015 via @deSyracuse

Siria, Septiembre 2015. Las fuerzas de Al Assad retroceden a sus posiciones seguras en territorio alauita (via @deSyracuse)

Si se compara este último mapa con el primero del post, se puede observar que el dominio de los bandos corresponde generalmente con los lugares donde los sunitas, alauitas o kurdos son mayoría. Esta coyuntura militar y el abismo abierto entre las identidades del país, separadas ahora por un saldo de 200 mil muertos, puede ser el preludio de la desaparición de Siria como entidad estatal.

Al parecer las fuerzas de Al-Assad, al perder la perspectiva de recuperar el terreno perdido, están procurando preparar un posible estado alauita para la posguerra, mientras que Daesh hace lo propio para crear las bases de su Califato, al igual que los kurdos con su soñada independencia. Todos enfrentan acusaciones de «limpieza étnica» en sus respectivos dominios: los alauitas de «barrer» a los sunitas de su hipotético futuro estado, los rebeldes sunitas de hacer lo mismo con los alauitas, los kurdos de tratar de similar manera a su minoría árabe, y por su parte Daesh eliminando todo lo que consideran herejía, desde alauitas, chiítas diversos, drusos, sunitas moderados, laicos, y a los mencionados yazidíes por ser «adoradores de Satán».

Como si el panorama no tuviera suficientes protagonistas, actores externos como EEUU, Rusia, Turquía (con su propia minoría kurda, no desea un estado kurdo independiente), Irán (aliado de Al Assad) o Arabia Saudí (acusado de financiar a los bandos integristas, incluso Daesh) entre otros estados que brindan apoyo a los distintos bandos en conflicto, convierten el drama sirio en una tragedia coral.

 

Lo último: Putin vs Obama

Barack Obama ha declarado que la posición de EEUU desde el comienzo del conflicto implica la salida de Al Assad. Vladimir Putin ha sido enfático en que cualquier solución pase por apoyar al régimen de Al Asssad, último aliado de su país en la región y garante de la única base naval rusa en el Mediterráneo, Tartus, ubicada en la zona alauita de Siria.

Ambos coinciden en luchar contra Daesh, aunque la acción de los EEUU al invadir Irak y «patear el avispero» haya sido una de las razones del fortalecimiento de los integristas islámicos, o que el apoyo de Rusia al régimen de Al Assad no mencione su responsabilidad de la mayoría de las víctimas civiles de la guerra, por encima incluso del cruel Daesh.

Hace un par de días, los dos mandatarios se encontraron en la ONU en un ambiente que hizo recordar las épocas de la Guerra Fría, aunque con una Rusia en solo una fracción del peso de su antecesora URSS. Poco faltó para que Obama y Putin se lanzaran rayos con los ojos, sobre todo por el tema sirio.

Putin aceptó recientemente el reto de adentrarse más en el conflicto sirio, brindando apoyo a Bashar Al-Assad con las fuerzas aéreas rusas. Mientras en los EEUU algunos ven en esta movida una pérdida de influencia en la región, algunos analistas mencionan que el involucramiento ruso será perjudicial para Putin, al empantanar a su país poco a poco en un conflicto que no parece tener un pronto final, mientras enfrenta sanciones económicas por la invasión de Crimea.  Se suma a esto que los recientes ataques aéreos rusos, según declaraciones de los EEUU, no han sido contra objetivos del enemigo común Daesh sino contra los rebeldes sirios, que reciben abierto apoyo norteamericano.

Si los EEUU deciden escalar una respuesta al movimiento ruso, el conflicto puede consolidarse como una «guerra subsidiaria» algo similar a Vietnam o Afganistán: un escenario donde potencias externas miden sus fuerzas en terreno de terceros, mientras los bandos locales luchan hasta el agotamiento material y humano de lo que resta del país.

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