Tierra Uno Domingo, 6 septiembre 2015

Siria: una foto en las orillas de la calamidad

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos

La cifra de los fallecidos en la guerra civil siria es una llena de muchos ceros: casi un cuarto de millón de personas desde 2011. Pero la imagen de una sola de sus víctimas ha bastado para que, en el corazón de muchos, esos fríos ceros comiencen a adoptar el rostro de miles de seres humanos.

Un conflicto que necesita un zoom-out (fuente: The Telegraph)

Un conflicto que necesita un zoom-out (fuente: The Telegraph)

Aylán Kurdi, 3 años de edad, apareció sin vida en las orillas de una playa turca. Su precario bote se hundió cuando escapaba de la guerra junto a su familia. Este niño sirio es otra víctima del rodillo aniquilador que hace crujir los huesos de su país.  Como una aguda esquirla de la explosión que sacude hoy a Siria, su estremecedora foto atraviesa las portadas de los periódicos, noticieros, redes sociales, y se clava directamente a nuestros ojos. Su nación está hecha pedazos junto a muchos de sus milenarios monumentos históricos, la mitad de sus compatriotas han tenido que abandonar sus hogares y diversas facciones se pelean por el poder sin un claro bando victorioso a la vista. Muchos expertos se cuestionan si cuando todo acabe seguirá existiendo algo a lo que podamos llamar Siria. Esto es lo que sucede atrás de la foto de Aylán.

 

Se abre la flor más sangrienta de la Primavera Árabe

En 2011 el simultáneo levantamiento contra muchas dictaduras en el Medio Oriente y el Magreb llamada la “Primavera Árabe” se presentó como una chispa de esperanza para la región en medios occidentales. Aunque en Túnez, cuna del estallido, el resultado fue el primer gobierno democrático del mundo árabe después de una corta insurgencia, el resto de países no corrió con la misma suerte. Egipto pasó por una revolución más sangrienta que terminó las tres décadas en el poder de Mubarak, y tras un breve gobierno de la “Hermandad Musulmana” al mando de Mursi, volvió al statu quo con un nuevo golpe militar. El dictador Gadafi en Libia intentó reprimir el levantamiento bombardeando con artillería a las manifestaciones, lo que solo empeoró la situación y, con intervención militar occidental en sus costas, provocó su caída. Gadafi fue masacrado ante las cámaras de la televisión mundial en un espantoso final y Libia actualmente es un territorio sin gobierno central, en una situación mucho peor que bajo su ejecutado dictador.

Cuando los levantamientos de la Primavera Árabe llegaron a Siria, pocos pudieron predecir que podría derrocar al dictador Bashar Al-Assad. Sin embargo los rebeldes que comenzaron el movimiento demostraron resistir muy bien la inicial represión y luego tomaron fuerza. Partes de las fuerzas armadas se rebelaron, pilotos de la Fuerza Aérea Siria se pasaron en pleno vuelo de sus cazas al bando insurgente, junto a secciones del ejército. La reacción en cadena pareció por un momento que podía darle una victoria a los rebeldes y lograr el objetivo inicial de su movimiento: lograr una democracia laica en Siria. Sin embargo el régimen de Al-Assad usó las cartas de sus aliados en Irán y Rusia, y con su apoyo detuvo la marea rebelde, aunque sin poder derrotarla del todo. Comenzaron a visibilizarse en el bando rebelde que no todos los que se habían levantado contra el régimen tenían la misma agenda. La naturaleza de Siria comenzaba a salir a la luz.

 

Érase una vez un país llamado Siria (de archicivilians.com)

Érase una vez un país llamado Siria. En gris. el Estado Islámico. En rosa, Al-Assad.  (de archicivilians.com)

Siria, ¿otra Yugoslavia?

Siria no es un país con una sola identidad. Dentro de sus fronteras, trazadas por Francia y el Reino Unido tras la caída del Imperio Otomano después de la Primera Guerra, conviven cristianos, drusos, y enfrentadas interpretaciones del Islam como la de los chiítas, sunitas y los alauitas. De estos dos últimos grupos, los sunitas son el 72% de la población; los alauitas, que son solo son el 12%, fueron quienes ocuparon los principales puestos de poder por muchas décadas en el gobierno de Al-Assad y en el de su padre. La guerra civil hizo saltar a primer plano la fractura religiosa en el país, y las diferencias empezaron a hacerse más grandes cuando se acumularon las víctimas en el conflicto. Un camino sin marcha atrás había comenzado. Las fuerzas rebeldes, para asegurar cumplir sus objetivos particulares tras la esperada caída de Al-Assad, comenzaron a separarse y luchar entre ellos. Las fuerzas laicas quedaron en minoría mientras la religión comenzó a asumir un papel protagónico.

Muchos sunitas se unieron a las filas del Estado Islámico (tiene muchas denominaciones, pero nos quedaremos con la árabe Daesh), un hijo de Al Qaeda de proporciones monstruosas que le parece extremo aún a su propio padre. El Daesh aprovechó la debilidad estructural de Siria e Irak, descompuesto desde la invasión norteamericana, para crear su proyecto de estado fundamentalista en medio del vacío de poder de ambos. Pero también pelea contra el frente Al-Nusra, la facción de Al Qaeda dentro de esta guerra. Sus filas han sido engrosadas por voluntarios islamistas de diversos países, muchos de ellos europeos. Su objetivo no solo era el gobierno del Al-Assad, sino también los remanentes de la rebelión inicial, ambos enemigos laicos frente a la idea de orden absoluto religioso que busca Daesh. Ellos han logrado distinguir tristemente la guerra civil siria sobre otros conflictos con ejecuciones mediáticas y crueles, además de la destrucción intencional del patrimonio histórico. Como muestra de su naturaleza, hace poco la antigua ciudad romana de Palmira cayó en sus manos y comenzaron la tarea de hacer volar con dinamita sus templos a “dioses paganos”.

Sin duda, de todos los bandos involucrados, Daesh es el peor, pero sus rivales no se libran de actos atroces. Los rebeldes laicos han cometido muchas ejecuciones que les ha granjeado el odio de muchos sectores de la población. Al-Assad ha sido acusado hasta de usar armas químicas contra sus rivales. Empeorando la situación, más facciones se suman al caos de una guerra convertida en un “todos contra todos”. Los drusos del sur de Siria tienen su propio brazo armado y se han hecho fuertes en sus bastiones al quedar sin la protección del ejército oficial. Los kurdos sirios son apoyados por su propio estado semi-autónomo al norte de Irak, y luchan tanto contra las fuerzas Al-Assad como contra el Daesh, incorporando en sus filas a mujeres combatientes que siembran el horror en el fundamentalismo de los últimos: según su versión extrema del Islam, un combatiente abatido por una mujer no tiene derecho al Paraíso prometido.

 

La gran mayoría de los refugiados están los países fronterizos. Solo una pequeña parte ha ido a Europa. (fuente:  ACNUR/MercyCorps)

La gran mayoría de los refugiados están los países fronterizos. Solo una pequeña parte ha ido a Europa. (fuente: ACNUR/MercyCorps)

 

El conflicto no tiene un fin a la vista. Siria sigue siendo triturada dentro de este molino con muchas ruedas que sería bueno distinguir en este recuento las principales con sus afiliaciones religiosas:

  1. Lo que queda del régimen de Al-Assad apoyado por Rusia, Irán, y los pro-iraníes Hezbollah movilizados desde el Líbano. Alauitas y chiítas en su mayoría
  2. Daesh, el Estado Islámico, en guerra contra todas las facciones. Sunitas.
  3. Al-Nusra, rama militar de Al Qaeda, sunitas.
  4. Las fuerzas kurdas en el norte del país. Sunitas, pero no de etnia árabe a diferencia del resto de Siria.
  5. Los drusos, considerados una secta hereje para los demás musulmanes por creer en la reencarnación y otras cosas no-islámicas, cerca a la frontera con Israel y sopesando ser apoyados por la comunidad drusa de ese país.
  6. Los rebeldes laicos, debilitados, y resistiendo en sus reducidos bastiones. Mayoría sunita.

Los refugiados en los países fronterizos de Siria se cuentan por millones. De ellos, hemos visto hace poco uno en nuestras orillas mediáticas, un atisbo al dolor de un país árabe haciéndose añicos ante los ojos del mundo.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos