internacionales , Tierra Uno Martes, 30 junio 2015

¡Esto es Esparta! Así fue como Grecia y la Unión Europea entraron en curso de colisión

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos

A primera vista, no es difícil sentir simpatía por la pequeña Grecia enfrentada, por problemas financieros, con la llamada troika, un trío conformado por el principal órgano político de la UE (Comisión Europea), su Banco Central (BCE) y el FMI.

Casi como en las Termópilas, una fuerza reducida griega parece enfrentar a un rival superior en poder que quiere imponer sus condiciones en el pequeño país. Pero esta metáfora se encuentra condicionada a cómo se interpretan los hechos, que nunca son en blanco y negro.

Imagen: Warner Bros Pictures

«¡Que venga la Troika! Tonight we dine in hell!». Imagen: Warner Bros Pictures

 

Los orígenes

El problema tiene raíces en el 2004, cuando se descubrió que Grecia disfrazó las cifras de su economía para entrar en la Eurozona (ayudado por entes como Goldman Sachs) con muchas cuentas en rojo pintadas de azul. Tras la crisis económica de 2008 la deuda pública de Grecia no se pudo barrer más bajo la alfombra. Por ello recibió un rescate de 110 mil millones de euros en 2010 para evitar la quiebra del país, a cambio de una serie de reformas pro-austeridad en la economía helénica.

El rescate fue insuficiente, por lo que uno similar con más ajustes se programó el 2011. Otros 110 mil millones fueron desembolsados, pero mientras las medidas de corrección apretaban el cinturón del pueblo griego, la deuda pública no bajaba sino aumentaba. Aunque la economía mostró algunas señales positivas, el descontento popular ante la severidad de las reformas ocasionó adelantar las elecciones, en medio del ocaso de los partidos tradicionales de centroderecha (Nueva Democracia) o centroizquierda (PASOK). Los movimientos en los extremos de la derecha e izquierda comenzaron a parecer más atractivos para el electorado, sobre todo por su compartida posición contra los acuerdos establecidos. El más articulado de estos movimientos era una coalición de diversas fuerzas de izquierda radical, Syriza, al mando de Alexander Tsipras.

En enero de 2015, Tsipras llega al poder con la doble promesa de no someterse a los designios de la troika y a la vez rescatar del colapso a la economía. Para los mandos de la UE, el triunfo de Tsipras significó un incumplimiento con el camino acordado. Para los griegos fue su momento “¡Esto es Esparta!” con la diferencia que Leónidas iba a necesitar un nuevo préstamo de Jerjes para seguir respirando, ya que las anteriores inyecciones de dinero no bastaron para resolver la crisis.

 

El enfrentamiento

Reuters/Alkis Konstantinidis

¿Le diremos adiós a una estrellita de la Unión Europea?. Reuters/Alkis Konstantinidis

La hastiada UE y el desafiante gobierno de Tsipras estaban destinados a colisionar, por lo que  todo el 2015 las negociaciones han sido  un festival de acuerdos precarios y retrocesos notorios. Grecia necesita más liquidez y un nuevo rescate. Para obtenerlo la troika, cansada de los vaivenes griegos, hizo diversas exigencias sobre el manejo del país, sobre todo relacionadas a cumplir con ajustes de la economía pactados y recortes en el sistema de pensiones. Es un documento corto, conciso y ciertamente intimidante con muchas enmiendas y textos en tinta roja, con el 1 de Julio como fecha límite para decidir y además pagar una deuda de 1600 millones de euros al FMI.

Tsipras y su ministro de Economía Varufakis, reaccionaron ante el ultimátum, con otra medida de choque: someter las exigencias a referéndum este 5 de Julio e ignorar el 1 de Julio como plazo máximo para la decisión. Apenas se conoció la noticia del referéndum, largas colas se formaron en todos los cajeros automáticos de Grecia para retirar efectivo, lo que motivó al gobierno a levantar un corralito financiero y limitar el retiro de dinero a 60 euros diarios.

Por otro lado, el convocado referéndum puede jugar en contra del actual gobierno griego: la victoria de un SÍ con una mayoría aceptando el ultimátum económico podría quitarle piso a Syriza y de nuevo adelantar elecciones parlamentarias. Esto quizá lleven a un cambio de gobierno hacia uno más flexible en la mesa de negociación.

La victoria del NO representaría la salida de Grecia de la eurozona, posibilidad que jamás fue concebida como una opción institucional en la UE y que por eso no cuenta con ningún mecanismo oficial para su ejecución. Esto añade más alarmas rojas a una posible salida de Grecia: ¿cómo escapar de un cuarto que no tiene puertas sin romper la pared? ¿qué tan dañada puede quedar la construcción de la UE después de esto? Nadie sabe cómo ni qué tanto, y por eso este agujero negro de incertidumbre se intenta evitar a toda costa.

El mismo agujero negro permite a Grecia, un estado que solo representa un 2% en la economía de la UE, poseer aún cierta capacidad de negociación. Tsipras y Varufakis cuentan con que “la opción nuclear” en este enfrentamiento sea la salida de la eurozona y virtualmente de la UE. Al costo de una Grecia con la economía hecha pedazos, la Unión Europea recibiría un balazo no mortal pero sí doloroso, tanto en su proceso de formación como en la confianza del euro.

Mientras el discurso oficial ante el pueblo griego llama a votar por el NO y comunicar tranquilidad porque la UE jamás se atreverá a sacarlos, la posibilidad parece abrirse paulatinamente conforme pasan las horas. De acuerdo al ultimátum, el suministro de liquidez a Grecia del Banco Central Europeo se detendrá a la medianoche del 1 de Julio a menos que se llegue a un acuerdo provisional.  En Grecia, hoy, el tic-tac del reloj debe sonar como el de una bomba de tiempo que nadie sabe desactivar.

Andrés Paredes

Relaciones Internacionales y otros conteos regresivos